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Mis lindas Canarias (I)

Andaba yo a la gresca por pedalear la isla de Tenerife, probablemente la que más disparidad de paisajes presenta dentro de todas las Islas Canarias. Sabía de facto a lo que me enfrentaba, pues un tórrido mes de agosto me retorcí como jamás antes había hecho por cierta carretera de Gran Canaria, de cuyo nombre no quiero (ni debo) acordarme... La idea fue cuajando en mi cabeza hasta encontrar una fecha idónea, aprovechando el puente de San Vicente en Valencia, huyendo así del frío peninsular. La disyuntiva entonces se presentaba en modo de Teide sí, Teide no. Era hora de planificar dos rutas de cierta exigencia, pero sin grandes alardes. Viendo el perfil de la subida al coloso canario y la altitud, mi parte racional me hizo desistir y trazar sendas rutas por zonas más benévolas para nuestras piernas siendo aún el temprano mes de enero, y recién atiborrados de turrones y otras lindezas hipercalóricas. El desafío se tornaba importante. Un desplazamiento de miles de kilómetros para convertirse en el primer Stage Oficial del Komando CCC no es moco de pavo. Todo ello unido al hándicap extra de no saber la cantidad de ciclistas a acoplar en el viaje. Pero mi perseverancia y paciencia lograron llevar a buen puerto el objetivo: billetes de avión "low cost", alojamiento céntrico para realizar las rutas y un generoso coche de alquiler. En un principio sólo éramos Rubén, Héctor y un servidor. Después el interés fue creciendo y pudimos sumar para la causa a dos viejos compañeros de fatigas, Toni y Paco de Casa. Con suficiente tiempo para descansar gracias al horario del vuelo Ryanair de ida, nos reencontramos todos en el aeropuerto de Manises, desde donde nos desplazamos en un plácido trayecto hasta el aeropuerto de Tenerife Sur. Allí tuvimos que hacer la pertinente cola en las oficinas de Cícar y Autoreisen. Esta vez eligió mejor Paco, ya que no había comparación con la chatarra de Opel Zafira que nos dieron a su flamante y nuevo Opel Mokka X.

Komando CCC en el Aeropuerto TFS.
Komando CCC en el Aeropuerto TFS.

La hora y los estómagos apremiaban, y tuvimos que hacer una parada de urgencia en Las Caletillas para comer en un discreto bar. Excelente menú y mejor precio. Acierto total. Una vez saciadas nuestras fauces peninsulares, partimos hacia Tejina para recoger las bicis que previamente habíamos reservado en Kiraya Bikes. Disparidad de modelos. De hecho, creo que todas eran de distintas marcas. Pero trato excelente y precio muy ajustado, algo no muy habitual en la isla, dada la alta demanda guiri. Quedaba dar con el apartamento. La localidad elegida fue Bajamar, en los Tucanito. Nada sobresaliente; sólo una cama para pasar dos noches y cocina, por si habíamos de cocinar. La mañana siguiente comenzó con un desplazamiento de una hora de coches hasta Icod de los Vinos, donde aparcamos sin problemas justo enfrente del Mariposario. Y desde este pueblo famoso por su Drago Milenario, comenzamos ya en subida para buscar el puerto de Erjos.

Komando CCC en Icod de los Vinos
Komando CCC en Icod de los Vinos

Ya en el empedrado de salida perdimos a Rubén, que debió tener algún problemilla con el pavés con el que nos dió la despedida ese singular pueblo tinerfeño. No así en el resto del puerto, ya que no perdió la rueda de un servidor, aunque esa misión tampoco era algo difícil a estas alturas de temporada. Por delante, se le notaron muchas ganas a Héctor, jalonado en todo momento por Toni y Paco, en un puerto que se subió a ritmo y que es perfecto para entrenar, sin grandes porcentajes y con unas vistas Teide/mar preciosas.

Superada la primera dificultad orográfica de la jornada, tomamos dirección hacia Santiago del Teide, para hacer un bucle hasta Chío buscando luego otra vez Santiago, con contínuos toboganes y gilipuertos.

El segundo paso por Santiago del Teide fue muy arrecho, donde tuvimos algún susto por la nula educación vial de algunos moteros. Costó (y bastante) arribar a dicha localidad. Pero lo peor estaba por llegar. No, no regalaban la ascensión (y descenso -muy técnico-) hasta Masca, ni tampoco los rampones anexos a la Cruz de Hilda, sitio bucólico para un merecido almuerzo. Sin duda, estábamos inmersos dentro de un sufrimiento casi extremo, pero amenizado por el espectáculo natural que nos rodeaba.


Tras el almuerzo/comida en el Mirador, de nuevo nos pusimos el mono de trabajo, esta vez buscando Teno y su punta. Descenso muy rápido esta vez hasta Buenavista, para buscar la carretera del faro de Teno. Para fortuna nuestra, el acceso se encontraba cerrado a vehículos a motor, por lo que el trayecto hacia el faro fue muy ameno y envolvente. Sólo el paso por un largo túnel sin iluminación fue el único punto negro de una ruta 100% recomendable a ciclistas y viandantes. Espectaculares vistas del mar y de la montaña en una sinuosa carretera de la zona noroeste tinerfeña. Un must. Tras pasar una pequeña cota de montaña, quedaba el descenso hacia el faro de Teno, donde hicimos una larga sesión fotográfica, especialmente de Toni el paparazzi, que inmortalizó para la posteridad el miembro rasputiniano de Caghetti...

Quedaba subir lo bajado otra vez. Y no fue tarea fácil, aunque esta vez el túnel no nos pilló de sorpresa y nos preparamos para pasarlo lo más rápidamente posible.


Vuelta costera muy bonita para arribar a Garachico, precioso pueblo a pies del Atlántico, con sus piscinas volcánicas naturales. Allí el entorno merecía una parada para visionar y deleitarnos del paisaje. Y así lo hicimos, tomando un tentempié para afrontar la llegada en franca subida hasta los coches estacionados en Icod de los Vinos. Etapón de órdago, con casi 3.000 metros de desnivel, que a buen seguro se quedará grabada en nustras retinas para siempre. Sólo por haberlo hecho ya ha merecido la pena el viaje!

 
 
 

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